15 de octubre de 2008


También en EL LIBRO NEGRO: la historia de Sunni, su pareja Claus/Anxie y sus dos hijos (click aquí)

Cuando tenía 17 años, Elena contrajo nupcias con el primer hombre del que se enamoró. Tuvo dos hijos. Creyó que el matrimonio era para toda la vida. Pero a los seis años de casada, empezó a sospechar que su marido tenía un amante: llegaba tarde, rechazaba sus iniciativas sexuales, andaba con puros jovencitos. Le siguió la pista y, efectivamente, lo encontró en un bar de homosexuales.
Sin embargo, tardó otros cuatro años en separarse: él le decía que sus visitas a lugares gays eran equivocaciones, o por motivos de trabajo; y sus familiares –sin saber de esa doble vida- le sugerían que sería mejor no privar a sus hijos de un padre.
Finalmente pasó de aquella negación en la que estuvo durante años, al enojo y la rabia: “pensaba que no fui suficiente mujer; y aunque ahora vivo tranquila, siento que me vieron la cara de buey”.

El matrimonio y el clóset
Con base en estimaciones de la organización internacional Straight Spouses Network (Red de Esposas Heterosexuales: SSN, por sus siglas en inglés), estas son situaciones que pudieran llegar a enfrentar más de 800 mil parejas en nuestro país, en las cuales uno de los esposos es gay, lesbiana o bisexual de clóset.
El revelar una orientación sexual distinta después de años de matrimonio da pie a un proceso que puede ser muy dramático, que conlleva la destrucción y desorganización de los sistemas de valores y creencias de la pareja heterosexual, así como la crisis de la familia; y que la mayoría de las veces también lleva al divorcio y a la desorganización de las vidas y los afectos de los hijos.
Esta crisis, cuya superación toma unos tres años o más, puede ser también el punto de partida para construir una nueva visión del mundo, un nuevo proyecto de vida, e incluso –en el 15% de los casos- una renovada “pareja de orientación mixta”, si deciden continuar juntos… o añadir un tercero a su vida.
¿Pero por qué sucede esto? ¿Por qué se casan gays y lesbianas? “La sociedad espera que todo aquel que quiera casarse y formar una familia lo haga con alguien del sexo opuesto, y en la mayoría de los lugares las leyes del matrimonio civil así lo suponen. Así pues, muchos gays o lesbianas que desean una relación estable creen que esa es la única forma en que pueden formar una familia y ser aceptados por la comunidad”, dice Amity Pierce Buxton, fundadora de la SNN.
Ella vivió en su propio matrimonio los efectos del heterosexismo, que lleva a muchos a vivir en el ocultamiento, a veces ante sí mismos: estuvo casada 25 años, durante los cuales su esposo reprimió su homosexualidad hasta caer en una severa depresión: “Algunos no son totalmente conscientes de su atracción hacia el mismo sexo, o creen que el casarse la disminuirá, o que podrán controlarla”, dice.
En ocasiones, más bien, es la pareja quien cree eso: que como lo “normal” es ser heterosexual, con cariño y buen sexo se pueden eliminar otras tendencias: el novio de María le ofreció matrimonio a pesar de que ella misma admitió su atracción por otras mujeres e hizo todo lo posible por no pensar en eso… hasta que “dos hijos y nueve años después me di cuenta de que esto no se quita”.
Y hay otras razones. Como protegerse deliberadamente de la carencia económica, como señala Carol Grever, autora del libro “Mi esposo es gay”. Ella entrevistó a muchas esposas de profesionales cuyo estatus estaba protegido por la pantalla de un matrimonio, entre los cuales estaban un oficial militar y un director de escuela que perdieron su trabajo cuando se reveló su orientación sexual.

Secretos, pérdida y traición

Existe la creencia de que la sola intuición te puede revelar si tu pareja es gay, aunque no te lo haya dicho, o incluso lo niegue. Hay quienes señalan supuestas “señales” de ello: las llegadas a deshoras, el gusto por la moda, los amaneramientos y el “ir a chillar con su mamá” en el caso de los hombres; o la apariencia y modales masculinos en las mujeres.
En su libro, Grever admite que muchos maridos homosexuales dejan pistas sobre su verdadera orientación; pero la verdad es que muchas personas de clóset parecen muy heterosexuales, y algunos signos “sólo pueden verse en retrospectiva”, dice la Dra. Pierce Buxton, pionera del tema.
Así que de todos modos esa revelación suele causar sorpresa e incredulidad. Y luego se desata la crisis.
“Conforme miras la realidad, sientes que desconocías el verdadero interior de tu pareja. Se siente un dolor intenso al pensar que tu confianza ha sido traicionada por la persona en la que más confiabas. Sientes que has sido una tonta al no darte cuenta y empiezas a dudar de tí misma, de tu propio criterio”, explica Pierce Buxton, autora de “The Other Side of the Closet: The Coming-Out Crisis for Straight Spouses and Familias”.
Y nos señala otras pérdidas: de la autoestima, de la propia identidad sexual, “de tus sueños, y de la vida que pensabas que tenías”.
Según la SSN un tercio de los matrimonios se rompe de inmediato cuando uno de los esposos se revela como gay o lesbiana, pero la mayoría siguen juntos durante uno a tres años, tratando de resolver la situación.
Pero en ese periodo muchas esposas ingresan al clóset de sus maridos, como Elena, quien guardó ese secreto incluso ante sus hijos todavía varios años después de su divorcio.
En esa “vida oculta y secreta de las esposas heterosexuales de maridos gay”, como la llama Carol Grever, puede haber también sentimientos contradictorios. Incluso un sentimiento de alivio al comprender el origen de los desencuentros sexuales de la pareja, y hasta una mayor intimidad al compartir ese secreto.
Pero también enfermedad física, conductas autodestructivas e incluso pensamientos y atentados suicidas hasta en un tercio de los casos, según su investigación, por lo cual recomienda tener mucho cuidado con una misma (alimentación, sueño, ejercicio) y buscar apoyo.

Perspectivas, cerca y lejos
La forma en que la persona se entere de la homosexualidad de su pareja y los antecedentes de la relación influyen en su futuro, asienta Grever.
No había un panorama positivo para Bety, cuyo marido la golpeaba y explotaba económicamente, y una noche fue a despertarla para decirle a bocajarro que era homosexual. Ni para Lydia, quien se enteró porque, en su ausencia, su marido se encerró en su propia alcoba con un amigo que días después resultó positivo al virus del Sida.
Pero el proceso fue diferente para Carlota y Daniel, quienes conversaron tranquilamente durante unas vacaciones, después de que a ella le hicieron una histerectomía y se preguntaba si volverían a hacer el amor. Ellos se apoyaron mutuamente (y a los hijos) durante una transición planeada que duró 4 años, hasta que cada uno se instaló por su parte.
“El apoyo de otras personas que han vivido la misma situación, sea en persona, por internet o leyendo sus historias, ayuda a encarar la realidad, explica la fundadora de la Straight Spouses Network. Sólo cuando aceptas la verdad es cuando puedes empezar a sanar, a reconstruir tus valores, a recuperar la confianza en ti misma y en los otros, y a darle un nuevo sentido a tu vida, lo cual usualmente toma varios años y no puede hacerse de prisa”.
Hay una serie de etapas que se tienen que atravesar desde la desorientación e incredulidad hasta la reorganización de los valores, y que pasan por el enfrentar tanto la realidad sexual de la pareja como el propio dolor y el miedo a los cambios.
Algo que es necesario atravesar es lo que Grever llama “el hoyo negro”: el momento en que la pareja se pregunta “¿y yo…?”, cuando se cuestiona ella misma sus deseos, necesidades y valores, en lugar de estarse enfocando en el marido gay o la esposa lesbiana.
Para Elena el cambio de dirección sucedió el día en que pensó: “soy una mujer valiosa y ningún tonto me va a hacer sentir mal”.
“Cuando renuncian a la idea de venganza, encuentran la paz mental”, dice Pierce Buxton. Y aclara: “Esto no significa que se conviertan en personas sumisas dispuestas a que las maltraten o que olviden las duras lecciones que pasaron. Más bien, tienen la claridad suficiente para concentrarse en las últimas etapas de su duro trayecto”.

¿Y los hijos?
El destape de una persona casada es un asunto familiar: desde su propia perspectiva, todos deben lidiar con ello, y con el contexto social de la familia, que en ocasiones es adverso. Pero negar y fingir ocasiona más dolor que decir la verdad, asegura la autora de “Mi esposo es gay”.
Los especialistas coinciden en que es mejor que los hijos se enteren por los propios padres que por terceros, como les ocurrió a los hijos de Elena, tres o cuatro años después del divorcio. Y si se maneja acorde con su nivel de comprensión, sin homofobia y sin fomentar lealtades divididas, incluso puede resultar una oportunidad de crecimiento.
“A los hermanos nos hizo mucho más cercanos”, reconoce Ángela, quien había sido muy homofóbica hasta entonces. “Nos hizo pensar en cómo éramos y en qué basábamos nuestras relaciones, en no darlas como un hecho. Con mi mamá me peleé mucho, pero no nada más por la salida del clóset, sino por eso de que se tenían que divorciar. Empezó a haber muchos cambios con eso de la separación”.
Esto coincide con lo que señala la fundadora de la SSN, Amity Pierce: “Los niños se preocupan más por el divorcio y la ruptura familiar que por la orientación sexual de uno de sus padres”. Necesitan sentirse seguros, cuidados y queridos por ambos, y en ambas casas.
Y los más pequeños necesitan constantes refrendos de ese amor, enfatiza Carol Grever; ellos no necesitan ni entienden información detallada sobre sexualidad, aunque sí entienden el amor y las demostraciones de cariño, como los abrazos.
La organización Padres, Familias y Amigos de Lesbianas y Gays (PFLAG por sus siglas en inglés) sugiere frases simples como “Mami y papi todavía se quieren y te quieren a ti, pero papá también quiere a otra persona”. Ya más grandecitos pueden entender un “A mami le gustan los hombres y a papi también”.
Muchas personas, sin embargo, podrían asustarse creyendo que si un padre es abierto con sus hijos respecto a su orientación amorosa podría influir en que se “volviera” homosexual.
La Dra. Pierce Buxton responde a esto: “La orientación sexual no depende de eso, sino más de un conjunto de factores, entre ellos, aparentemente, el genético. Por otro lado, ser homosexual no forzosamente es algo malo. Y si lo eres, pues mejor date cuenta temprano y no te metas a un matrimonio para terminar rompiéndolo después”.

El amor y la amistad más allá
Al contrario de lo que podría pensarse, desarrollar una relación positiva tras el divorcio sí es posible, afirma Amity, quien mantuvo una amistad con su ex esposo hasta que él falleció; “pero requiere tiempo y trabajo conjunto para enfrentar lo que viene tras la salida del clóset, y mientras los lazos no interfieran con el desarrollo de la vida de cada uno. En muchos casos el amor tiene que ser redefinido”.
Según datos de SSN, del tercio de parejas que sobrevivieron tres años después la salida del clóset, la mitad se separa y la otra mitad sigue junta, lo cual es más probable si uno de ellos es bisexual.
Estas parejas de orientación mixta llegan a diversos tipos de acuerdos, generalmente por el método de prueba y error: en algunos casos permiten aventuras ocasionales o amantes del mismo género en otra ciudad; pero también hay quienes deciden practicar la monogamia, y quienes incluso se van a vivir juntos como trío.
Las parejas que permanecen unidas tienen que tomarse su tiempo y trabajar juntos, admite la Dra. Buxton; y habla de las estrategias: “comunicación honesta sobre los deseos, necesidades y valores de cada uno, apoyo de otras parejas que hayan pasado por lo mismo, y respeto mutuo, apoyo y compromiso. De hecho mi investigación sugiere que los lazos que se forman al enfrentar estos retos pueden ser más fuertes que los de muchas parejas heterosexuales”.
La consejería de pareja puede ayudar si el terapeuta conoce sobre los matrimonios de orientación mixta. En contra pueden estar las actitudes homofóbicas de la familia, los correligionarios y de la sociedad en general.
La Red de Esposas/os Heterosexuales tiene varios grupos de apoyo presenciales y en internet, entre ellos los que se ocupan parejas de orientación mixta que deciden permanecer juntas, y los de esposas de personas con VIH-Sida. Por el momento no tienen una sucursal en México, aunque sí contactos hispanohablantes a los que se puede recurrir a través de su fundadora.
En la Ciudad de México, el Grupo de Madres y Padres por la Diversidad Sexual-Colonia Condesa realiza sesiones mensuales de toda una tarde, en las cuales unas 60 personas conversan sobre situaciones de su vida real, como tener un hijo o un padre gay.

Para saber más y obtener apoyo:
The Other Side of the Closet: The Coming-Out Crisis for Straight Spouses and Families. Amity Pierce Buxton, Editorial Willey.

¡Mi esposo es gay! Una guía para que la mujer sobreviva a la crisis. Carol
Grever, Editorial Océano.

En México:www.familiasporladiversidad.org
padresporladiversidad@yahoo.com
Tel. 5211 8250
www.straightspouse.org
founder@straightspouse.org

14 de octubre de 2008

¿Fiscalía para delitos contra homosexuales?

Lee sobre las propuestas de la Comisión de Derechos Humanos del DF en http://deepcherry.blogspot.com/2008/10/informe-derechos-humanos-lgbt-ciudad-de.html