Este día de las elecciones arribamos a las 7 am a Buenavista para emplazar dos cámaras para registrar la
fiesta de Peña Nieto en la noche: una en el patio y otra en el auditorio del
CEN del PRI… apenas a tiempo pues cuando
entramos ya había tripiés y cámaras de una docena de televisoras, todas
nacionales, ocupando posiciones que algunos ocuparon hasta dos días antes.
Esta es la
segunda elección federal cuya cobertura me toca producir para una televisora
extranjera, una cadena pública japonesa muy importante, y lo más interesante, como
siempre, ha sido ponerme de su lado para tratar de entender “desde fuera” y
hacer lo necesario para estar a la altura de sus exigencias técnicas y de
contenido en este y los otros temas que trabajamos.
Después de desayunar
unos exquisitos chilaquiles verdes con que nos agasajaron los tricolores, tuve que
explicarles a mis colegas que, a pesar de que la versión oficial indicaba que
tras emitir su voto el abanderado priísta pasaría la tarde con su familia y
posteriormente se trasladaría a las oficinas de Insurgentes Norte, también
existía la versión de que la fiesta sería en la casa de Las Lomas para evadir
alguna protesta como la de #yosoy132, y por tanto existía la posibilidad, aunque fuera
hipotética, de que nos dejara plantados a todos los medios y se presentara sólo
mediante videoconferencia.
Mis
contactos de agencias y medios extranjeros y nacionales confirmaron, todos,
tener la versión oficial, y confiada en el “marcaje personal” a EPN de la
agencia nos proveería la codiciada imagen del “levantamiento del brazo” medité:
desairar no a los medios, sino a sus seguidores, se vería muy mal en el inicio
de lo que sería su mandato.
Con eso en
mente regresé a nuestro cuartel general, en un hotel con vista al Zócalo. Ahí estaríamos
enviando más tarde nuestros contenidos por satélite, en Alta Definición,
precariamente protegidos de la lluvia, entre las carpas de campaña de la mayor
agencia internacional de noticias.
En el camino me detuve a votar, así que mientras esperábamos el cierre de las casillas, estuve con los dedos manchados de tinta indeleble transcribiendo las entrevistas que en días anteriores realizamos con el corresponsal en Los Angeles durante viajes relámpago a Chimalhuacán, Chalco, Querétaro, Guadalajara y Ciudad Juárez, donde entre otras cosas documentamos cómo la eliminación de “La Línea” y los “Zetas” por parte del Chapo ha devuelto cierta paz al entorno de las maquiladoras, y un fenómeno que especialistas han observado en los últimos cinco años: el arribo a la “tasa neta migratoria cero”.
-Los primeros años que estuve en Estados Unidos trabajé en la construcción y gané bien; pero después la empresa cerró y fue muy difícil conseguir trabajo, así que mejor decidí regresarme a México-, nos decían los antaño migrantes, felices de estar de nuevo junto a su familia.
Y mientras intelectuales y especialistas halagaban la civilidad en que se desarrollaron los comicios –con contadas excepciones-, me resonaba la preguntas de la corresponsal en Sao Paulo:
-Por qué la
gente va a votar otra vez por aquel partido que sacaron del poder tras
ejercerlo durante 70 años? Es acaso que no hay alternativas?
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