Anoche hablé con Pedro KUMAMOTO, este ratoncito de biblioteca de 25 años recién egresado de la carrera de gestión cultural en el ITESO, el único candidato independiente al Congreso de Jalisco.
Un chico sonriente que a diferencia de otros "millennials" no simplemente se ha alejado de los partidos polÃticos actuales -que tendrÃa razones para rechazar- sino que está haciendo algo distinto.
-Mi bisabuelo llegó de Japón al terminar la Segunda Guerra mundial, pero murió cuando mi abuelo aún era niño, por eso no se preservó el idioma-, me confesó tras yo iniciar la charla preguntándole por su herencia Nikkei.
Como otros muchos migrantes de aquel paÃs, el señor Kumamoto se estableció en Chiapas, en una zona cafetalera, y se casó con una indÃgena Tzotzil.
Ahà creció el abuelo de Pedro, quien supo sobreponerse a las adversidades y mediante el trabajo duro, primero en una tienda de abarrotes, logró reunir dinero para hacerse de un rancho porcÃcola, al que tiempo después atacó una epidemia.
-Eso es lo que tengo de herencia nipona: el sobreponerse, el trabajar, como esos migrantes que llegaron a un paÃs distinto-, me dijo Pedro con vehemencia.
Imaginé el frÃo, la carencia. Imaginé cómo podrÃan haberse sentido esos japoneses que salieron al exilio, tras perder la guerra, sin dinero, sin pertenencias y sin hablar el idioma de la nueva tierra.
Imaginé la sonrisa en los ojos del bisabuelo al cortejar a esa indÃgena. Porque asà rÃe Pedro: con los ojos.
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