16 de julio de 2009

Capital 21 AM



Estoy agradecida con la Vida, con mis amigos, con mi familia, con mis terapeutas... y con los colegas que aprecian mi trabajo, dándome la oportunidad de deleitarme investigando -muchas veces de manera participativa- al interior de las diversidades, así como de colaborar tanto para la televisión extranjera como para la televisión de mi ciudad, lo cual alimenta la múltiple perspectiva (global, local y diversa) con la que hoy tengo el lujo de mirar al mundo, y que tengo el honor de compartir con ustedes, quienes me leen, me escuchan y miran mi trabajo.

Después de aquella inmersión tremenda en el (primer) outbreak de la nueva influenza, pude hacer reportajes sobre temas tan diversos como el nudismo y el ciclismo urbano, la vida de la futbolista profesional transexual Miranda Salman, la película "Limbo" sobre un niño gay, o cómo se ha desarrollado un movimiento de mujeres dentro del skate board (algunos archivos aún están disponibles en la liga del noticiario "AM" de www.capital21.df.gob.mx)



El pasado fin de semana tuve el gusto de encontrarme con amigos que hice durante los varios años que asistí en la producción del Encuentro de Jaraneros de Tlacotalpan (cuando trabajaba en Radio Educación), evento que al paso del tiempo degeneró en una competencia "folklorista" que perdió el sentido original, comunitario, respetuoso y amistoso, volviéndose un espectáculo "vistoso" de saltos que no suenan y música a todo correr.

Me encontré a estos viejos amigos en la Casa Frissac de Tlalpan, en un foro donde se reunieron más de 250 músicos, bailadoras, versadores y especialistas del Son Jarocho para discutir la situación y perspectivas de este género tanto en Veracruz como aquí en el DF y hasta en el extranjero.

Y una de las cosas más hermosas que vi fue la convivencia entre distintas generaciones, el cómo se les reconoció su lugar a los viejos al mismo tiempo que se alentaba la participación de los jóvenes, dando como resultado no sólo estrategias culturales, sino un conmovedor fandango de ambiente y sonoridad excelsa, dirigida por la batuta de los mayores frente a la tarima, que también recuperó su lugar como instrumento de percusión.

De eso trata mi reportaje de esta semana, y lo pueden ver AQUÍ.

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