18 de noviembre de 2018

Desde la Frontera

El miércoles 14, al caer la noche los agredieron a golpes y pedradas, gritándoles que se fueran. El gobierno llevó autobuses pero no pudo convencerlos totalmente de que fueran a los albergues, pues entre los migrantes corría la versión de que su información iba a ser entregada a Estados Unidos, a donde planean pedir asilo. También se decía que los estaban embaucando para deportarlos.

La madrugugada de jueves para viernes, dos camiones con destino también a Tijuana fueron "asegurados" por la Policía Federal y el Instituto Nacional de Migración, en un operativo donde incluso participó un funcionario de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (tratando de convencer a los migrantes de entregarse), organismo que al saberse la noticia inició una "queja de oficio" y dijo que no se les había iniciado procedimiento de deportación y que los habían mandado a una parroquia en Hermosillo.

Ayer sábado, una de las personas que veníamos siguiendo desde su entrada a Tapachula me narró vía whatsapp, ya desde Honduras, cómo a él y otras personas las capturó migración... y las deportó.

Hoy domingo se convocaron dos marchas: una en contra de los migrantes, la otra en contra de la discriminación.

El alcalde de Tijuana bravuconea con aplicarles el art. 33 de la Constitución y expulsalos, en un discurso que aplaudirán sus seguidores con miras a las elecciones locales del año próximo, y dice que si la Federación le da dinero no será necesario hacer la consulta pública que amenazó con realizar sobre aceptar o no a los migrantes.

Algunos de ellos empezaron a pedir su "número" en la fila para entregarse a Estados Unidos. Y Trump no da señas de que Dios le haya ablandado el corazón, como espera la multitud que al fin pernocta en el albergue que el gobierno municipal instaló en el deportivo Benito Juárez, en la zona más cutre de esta ciudad fronteriza. 
#Tijuana #caravanamigrante #éxodo

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